Underwater, en la que un equipo de científicos trata de sobrevivir tras un accidente subacuático con cierta amenaza extraña de por medio, genera afecto por eso, pero es que además trata de un filme repleto de virtudes. También lastrado de una manera importante por ciertos elementos que no dan en la diana (la carencia de sangre y cierta confusión en las escenas submarinas, que parece heredada de los compases finales de Sunshine de Danny Boyle) pero a la vez impulsado por una potente sensación de suspense.
Un comienzo altamente energético y una interpretación de Kristen Stewart verdaderamente meritoria: ya nunca más la protagonista de Crepúsculo, la actriz aporta un plus de vulnerabilidad e inteligencia a su Ripley del siglo XXI que actualiza e impulsa hacia delante el espectáculo.
Underwater hace otra cosa muy bien: como heredera inesperada de un videojuego de última hornada, no solo en lo visual (sus trajes de buzo y el diseño de producción remiten directamente a Bioshock) sino en lo narrativa, Eubank nos introduce de lleno en la acción tras una breve secuencia con voz en off que además de cierta psicología de manual (altamente efectiva gracias a la labor de Stewart) le añade un plus de ambigüedad al relato.
El recurso final al arquetipo de Lovecraft no hace sino refrendar la hipótesis de que, como en Origen de Nolan, no todo lo visto en este filme sea lo que parece y que lo genérico tenga cierto componente "sui generis". Lo dicho: en tiempos en que las películas de bichos parecen condenadas al abismo de Sharknado y otras humoradas, encontrar trabajos menores pero sinceros y contundentes como Underwater se convierte en una bicoca para algunos... algunos entre los que me encuentro.
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